
Un sol de luz vacilante y fría. Aguas quietas, oscuras, que absorben todo el espectro cromático. Y sobre ellas, como flotando, emergen las figuras y ruinas de piedra que marcan testimonio de un mundo antiguo atrapado en la oscuridad de los abismos. Un cielo tormentoso, deforme, sin vida, que asiste impasible sin intervenir en esa atmósfera espectral y congelada.
Y eso, quería comentarles lo que pasaba por mi cabeza cuando estaba pintando este cuadro; no suelo hacerlo muy a menudo, pero me parece que puede servir para comprender mejor el intento. Espero les guste. Un abrazo. Zippo.
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